Resumen |
La postguerra abrió un periodo de prosperidad económica que produjo<br/>cambios significativos en la sociedad norteamericana. Uno de los más<br/>significativos fue el éxodo, por un lado, de las clases medias a los “subur<br/>bios” y la migración, por otro, de sectores menos favorecidos, entre los<br/>cuales figuraron los hispanos y otros grupos minoritarios, a las ciudades<br/>abandonadas, cuyo progresivo decaimiento se iniciaría entonces. Pero lo<br/>que verdaderamente intentaría cambiar el rumbo del país fue el desafío<br/>generacional al orden establecido, característico de los años sesenta, que<br/>abarcó no solo los movimientos por los derechos civiles, la libertad de<br/>expresión y la liberación femenina, sino las córrientes contraculturales y la<br/>oposición a la guerra de Vietnam. El Movimiento por los Derechos Civiles<br/>puso en evidencia la injusticia y desigualdad todavía reinantes, un siglo<br/>después de la abolición de la esclavitud, en el seno de la primera poten<br/>cia del mundo occidental. Ya el Tribunal Supremo en su histórica decisión<br/>“Brown vs Board of Education” había condenado en 1954 la secular<br/>segregación de la educación pública. No obstante, el Movimiento enca<br/>bezado por los negros bajo su carismático líder Martin Luther King, exten<br/>dió la lucha por la integración e igualdad sociales a los demás derechos<br/>fundamentales y la trasladó a las calles de manera pacífica. Si bien el Pre<br/>sidente Johnnson propició, en respuesta a las reivindicaciones populares,<br/>la aprobación de leyes y programas sociales encaminados a la creación<br/>de una nueva “Gran Sociedad”, su política intervencionista en Viet Nam<br/>fue progresivamente rechazada por buena parte del pueblo norteameri<br/>— 201 —<br/>cano. El conflicto bélico, en el que el porcentaje de bajas de la minoría his<br/>pana fue muy superior a la del resto del país, se saldó con la muerte de<br/>58.000 soldados norteamericanos y la primera gran derrota de su historia.<br/>El Movimiento Chicano, versión hispana del Movimiento de los Dere<br/>chos Civiles, asoció a la reivindicación social la recuperación y exaltación<br/>de la identidad, fundamentada en un simbolismo histórico y nacionalismo<br/>cultural muy acusados. César Chávez enarbolaría como estandartes, en<br/>defensa de “La Causa” de los trabajadores migrantes mexicanos, el águila<br/>negra azteca en la bandera roja del sindicato campesino y el emblema de<br/>la Virgen de Guadalupe. Los militantes del Movimiento recuperarían el tér<br/>mino chicano, utilizado a menudo en el pasado en sentido peyorativo, de<br/>manera que quedaría ahora vinculado, aunque fuera objeto de interpreta<br/>ciones diversas, a la conciencia étnica y el compromiso social. Aztlan, al<br/>norte de México, patria originaria de la cultura azteca, se convirtió— “Plan<br/>Espiritual de Aztlan”— en el mítico lugar de origen, descrito por Julio Mén<br/>dez en su novela “Los Peregrinos de Atzlan”, de los auténticos chicanos.<br/>La célebre huelga de la uva encabezada por Chávez y Dolores Huerta en<br/>Delano —Valle de San Joaquín, California— no fue una novedad, ya que<br/>los campesinos mexicanos habían recurrido frecuentemente a este proce<br/>dimiento, si bien con suerte diversa, a lo largo del siglo. En esta ocasión,<br/>no obstante, tras cinco años de protesta pacífica los huelguistas obten<br/>drían un triunfo sin precedentes, que llevaría a la legalización del sindicato<br/>agrario y a que las reivindicaciones de los trabajadores migrantes capta<br/>ran por fin la atención del país entero.<br/>El Movimiento Chicano se extendería de los campos a los “barrios”<br/>con otros líderes y nuevas reivindicaciones. Reeis Tejerina centró sus<br/>esfuerzos, a través de la “Alianza Federal de Mercedes Libres”, en la recu<br/>peración de las viejas tierras de origen español y mexicano arrebatadas,<br/>comó vimos, a sus dueños en Nuevo México. Las reclamaciones de los<br/>“aliancistas”, planteadas al principio pacíficamente y después en abierta<br/>confrontación con las autoridades estatales y federales, se fundamenta<br/>ron, por un lado, en la Recopilación de las Leyes de Indias, soporte legal<br/>de los títulos concedidos por la Corona española; y, por otro, en el Tratado<br/>de Guadalupe Hidalgo, cuyas garantías al respecto los Estados Unidos no<br/>habían respetado. Aunque la querella presentada ante el Tribunal Supremo<br/>y el Congreso no prosperara, Reeis Tejerina demostró que la memoria his<br/>tórica seguía viva en Nuevo México. Por su parte, Ángel Gutiérrez abogó<br/>por la necesaria movilización política chicana, sobre todo en el ámbito<br/>local y estatal, para mejorar la situación socioeconómic |