Vienen los Chilenos
Tipo de material: TextoIdioma: Español Detalles de publicación: Lima Editorial universo S.A. 15 de noviembre 1978Edición: 1ra edicionDescripción: 420 paginasISBN: 9788-4226-072 -74Tema(s): Guerra del pacifico | Prado - viaje | Vienen los chilenos | Literatura peruana - novelaClasificación CDD: 985.061 T5 Resumen: Me había propuesto leer la tetralogía “La guerra del salitre” de Guillermo Thorndike en menos de un año, pero ciertamente fue una empresa difícil de concluir. Así como con las otras dos publicaciones que la anteceden, con “Vienen los chilenos” (tercer y penúltimo libro) hay que hacer de tripas corazón puesto que si ya el anterior libro te transporta al puerto de Pisagua en Tarapacá, aquí inicia con la incertidumbre de una muy probable ocupación de Arica, Tacna, y Moquegua, con grandes chances de derrota, largados al sacrificio, y donde los personajes de Alfonso Ugarte (créanme, es muy escueto, romántico e injusto resumir a escolares “se lanzó del morro en su blanco corcel para evitar que el enemigo cogiera la bandera”, y no mencionar aquel liderazgo que tenía para motivar gente relegada al olvido, de quien se refería a su tropa como “mis cochabambinos”, olvidándose del hambre, sed, cansancio, para defender algo que a todas luces estaba perdido); y de Francisco Bolognesi (quien podría estar en cualquier lugar del Perú, inclusive del mundo, observando desde lejos cómo se desangra la patria, cómo la desangran –y no me refiero a las tropas chilenas-, sabiendo que su esfuerzo sería casi nulo, y la muerte un lugar común para todos ellos, y qué muerte. Esas páginas de sus últimos momentos son bien gore. Ya sabemos que una guerra no es tan romántica como nos la quieren hacer ver, pero leer estas páginas donde bayonetas entran en la carne como un cuchillo en mantequilla, donde el olor a pólvora se mezcla al de la sangre, donde gritos de desgarro se confunden a los producidos por las armas…. ¿Cuántos de sus similares en rango en la actualidad harían lo que ellos hicieron? Los sentimos tan humanos, como nunca antes nos lo enseñaron en los libros de escuela, enfrentando el abandono del gobierno central, y el natural recelo y pesimismo de los locales. Otros personajes de nombre con menor pompa (nuevamente, en los libros de historia escolares) pero de igual valía, en aquel que se iba tornando un siniestro territorio, son el Teniente Coronel Ricardo O’Donovan, el Coronel Eleodoro Camacho (Jefe del Ejército Boliviano), el Teniente Coronel Roque Saenz Peña, quien luchó como voluntario al lado los peruanos, y que años más tarde sería presidente de su país, Argentina; Rafael Sotomayor, Ministro de Guerra de Chile, quien junto a trece mil de los suyos desembarcaron tranquilamente en Ilo y Pacocha sorprendidos de la facilidad de su arribo y de ser localidades abandonadas pero plenamente abastecidas con agua, huertas y hasta con la locomotora Huaracani a su disposición; el Coronel Isaac Recabarren, quien vendió sus propios bienes para vestir y alimentar a sus tropas, llegando a ser preso -¡gracias Piérola!- en Arequipa por formar un ejército e intentar auxiliar a las tropas abandonadas a su suerte en Arica; el Huáscar es ahora el enemigo, y junto al Matías Cousiño mantienen Arica rodeada. Al mismo tiempo la vieja corbeta Unión se camufla en la niebla consiguiendo enviar una falúa con ocho marineros al Manco Cápac, con un cargamento de desánimo y sorpresa, para regresar a bordo de la vieja Unión, e inclusive esquivar nuevamente a los buques enemigos, pudiendo llegar posteriormente al Callao. Las peripecias de los tripulantes en esas horas infames cargados de impotencia porque así lo quiso el dictador peruano, Piérola.Tipo de ítem | Biblioteca actual | Signatura | Copia número | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras |
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Libros | Biblioteca Central | 985.061 T5 (Navegar estantería (Abre debajo)) | 1 | Disponible | BC22090122 |
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Me había propuesto leer la tetralogía “La guerra del salitre” de Guillermo Thorndike en menos de un año, pero ciertamente fue una empresa difícil de concluir.
Así como con las otras dos publicaciones que la anteceden, con “Vienen los chilenos” (tercer y penúltimo libro) hay que hacer de tripas corazón puesto que si ya el anterior libro te transporta al puerto de Pisagua en Tarapacá, aquí inicia con la incertidumbre de una muy probable ocupación de Arica, Tacna, y Moquegua, con grandes chances de derrota, largados al sacrificio, y donde los personajes de Alfonso Ugarte (créanme, es muy escueto, romántico e injusto resumir a escolares “se lanzó del morro en su blanco corcel para evitar que el enemigo cogiera la bandera”, y no mencionar aquel liderazgo que tenía para motivar gente relegada al olvido, de quien se refería a su tropa como “mis cochabambinos”, olvidándose del hambre, sed, cansancio, para defender algo que a todas luces estaba perdido); y de Francisco Bolognesi (quien podría estar en cualquier lugar del Perú, inclusive del mundo, observando desde lejos cómo se desangra la patria, cómo la desangran –y no me refiero a las tropas chilenas-, sabiendo que su esfuerzo sería casi nulo, y la muerte un lugar común para todos ellos, y qué muerte. Esas páginas de sus últimos momentos son bien gore.
Ya sabemos que una guerra no es tan romántica como nos la quieren hacer ver, pero leer estas páginas donde bayonetas entran en la carne como un cuchillo en mantequilla, donde el olor a pólvora se mezcla al de la sangre, donde gritos de desgarro se confunden a los producidos por las armas…. ¿Cuántos de sus similares en rango en la actualidad harían lo que ellos hicieron? Los sentimos tan humanos, como nunca antes nos lo enseñaron en los libros de escuela, enfrentando el abandono del gobierno central, y el natural recelo y pesimismo de los locales.
Otros personajes de nombre con menor pompa (nuevamente, en los libros de historia escolares) pero de igual valía, en aquel que se iba tornando un siniestro territorio, son el Teniente Coronel Ricardo O’Donovan, el Coronel Eleodoro Camacho (Jefe del Ejército Boliviano), el Teniente Coronel Roque Saenz Peña, quien luchó como voluntario al lado los peruanos, y que años más tarde sería presidente de su país, Argentina; Rafael Sotomayor, Ministro de Guerra de Chile, quien junto a trece mil de los suyos desembarcaron tranquilamente en Ilo y Pacocha sorprendidos de la facilidad de su arribo y de ser localidades abandonadas pero plenamente abastecidas con agua, huertas y hasta con la locomotora Huaracani a su disposición; el Coronel Isaac Recabarren, quien vendió sus propios bienes para vestir y alimentar a sus tropas, llegando a ser preso -¡gracias Piérola!- en Arequipa por formar un ejército e intentar auxiliar a las tropas abandonadas a su suerte en Arica; el Huáscar es ahora el enemigo, y junto al Matías Cousiño mantienen Arica rodeada. Al mismo tiempo la vieja corbeta Unión se camufla en la niebla consiguiendo enviar una falúa con ocho marineros al Manco Cápac, con un cargamento de desánimo y sorpresa, para regresar a bordo de la vieja Unión, e inclusive esquivar nuevamente a los buques enemigos, pudiendo llegar posteriormente al Callao. Las peripecias de los tripulantes en esas horas infames cargados de impotencia porque así lo quiso el dictador peruano, Piérola.
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